Resumen
Uno de los aparentes descubrimientos los tiempos posmodernos en los que se vive es la fragmentación: el mundo se ve como disgregado, roto en pedazos. Se sostiene en este libro que la Posmodernidad solo ha visto una nueva figura de una fragmentación que ha estado siempre ahí, porque es lo único real: no hay "seres colectivos", sino solo individuos. La fragmentación se incrementa por lo más característico del ser humano, el libre albedrío, y, por eso, la posibilidad, casi siempre cumplida, de diversidad. Cuando se pone el acento en lo que es real, la individualidad, se está en condiciones de entender y vivir la libertad y la responsabilidad personales, fuera de planteamientos falsamente comunitarios que suelen terminar en la dictadura de lo colectivo. La realidad fragmentada pide mediaciones, casi siempre en forma de instituciones. Pero cualquier institución solo se justifica si sus ventajas y beneficios se distribuyen para que lleguen a cada persona. Una importante clave para entender la actual crisis social y política.
